"Me gustaría llenarle la mochila de piedras y tirarla al río de caramelo", decía Mitchell en un episodio de 'Modern Family', harto de soportar 'Dora la Exploradora' a todas horas. Y es que tener de fondo la cantinela de dibujos animados para preescolares puede ser la peor experiencia televisiva de un adulto. Pero en cuanto subimos un poco de target nos encontramos con series como 'Historias Corrientes', 'Steven Universe' o 'Bob Esponja': series supuestamente infantiles que fascinan a mayores por igual.
Y luego está la animación hecha ex profeso para adultos. Si la irreverencia y la insolencia son el denominador común de las nuevas series para niños, en los "dibujos para mayores" lo que prima es la absoluta incorrección a todos los niveles, llegando incluso a crear personajes decadentes y degenerados, como 'Bojack Horseman', una criatura de Raphael Bob-Waksberg y Netflix.
La animación según Netflix
- Bueno, esta ha sido otra en una larga serie de malas decisiones en mi vida - ¿Qué decías? Estaba tuiteando sobre las cosas raras que haces en la cama
'Bojack Horseman' es la primera serie de animación producida por Netflix, y ya tiene confirmada una segunda temporada con 12 capítulos más. Algo que no sorprende, dado que destila genialidad por todas partes, empezando por su cabecera. El antes conocido como proveedor de VDO ahora también productora se lanzaba así el pasado verano a la conquista de otros géneros con esta historia sobre un hombre-caballo. O un caballo-hombre yonqui. Porque a Bojack le gustan las zanahorias y relincha. Pero también le gusta añadir un poco de vodka al zumo y alguna que otra pastilla.
Su vida es lo más opuesto al concepto normal (o a la vida de un caballo): algo "normal" puede ser despertarse entre vómitos después de una borrachera de absenta con la letra "D" del cartel de Hollywood -frente al que tiene su gran mansión- dentro de su piscina. Bojack (Will Arnett) es alcohólico, mujeriego, antisocial y carece de cualquier tipo de filtro o conciencia. No tiene respeto por las mujeres con las que se acuesta, ni por su amigo Todd (Aaron Paul) ni por sí mismo, aunque al menos es brutalmente honesto. Pero es que tiene que vivir con con el hecho de ser un juguete roto de la industria televisiva: superestrella en los años 90, sólo un caballo venido a menos 20 años después.
En 1987, ABC estrenaba 'Horsin Around', la historia de un caballo que decidió poner algo de perspectiva a su vida y adoptar a tres niños humanos criándolos como padre soltero. La clásica premisa de sitcom, con muchos jerseys de motivos geométricos (no es una comedia de los 90 si toda la familia no viste jerseys), juegos de palabras facilones y tramas previsibles. Como cualquier comedia de la época. Desde que su serie terminó -con un final muy oscuro- no ha vuelto a hacer nada aparte de sentarse en casa y quejarse de las cosas.
Pero su oportunidad de redención llega con una oferta de la editorial Penguin (dirigida, cómo no, por Pinky Penguin) que, a punto de declararse en ruina, confía en convertir las memorias de Bojack Horseman en un éxito de ventas. Es la excusa perfecta para hablarnos de la -en realidad- triste vida de un caballo tierno y adorable que creció en un hogar desestructurado, en el que no recibió amor, sino lecciones como ésta:
- Papi, ¿quieres conocer a mi amigo imaginario? - Los amigos imaginarios son unos gorrones inventados por los comunistas para destrozar el bienestar. ¿Por qué no haces algo productivo como golpear tu cabeza contra la pared hasta que tu cerebro no sea tan estúpido?
Tras su cinismo y cientos de capas se esconde una trágica historia, que a Bojack le cuesta contar. Entre otras cosas porque él inventó la procrastinación y prefiere pasar el tiempo revisionando una y otra vez su vieja serie en DVD, pero, sobre todo, no enfrentarse a sus recuerdos. Por eso aparece en escena Diane Nguyen, humana, graduada en Literatura y Estudios Equinos, que le ayudará convirtiéndose en su "escritora fantasma" y, al mismo tiempo, cambiando su vida más de lo que Bojack espera, haciéndole querer ser mejor caballo y persona. O al menos que descubra conceptos básicos, como la ética.
Un universo estrambótico inspirado en Hollywood
"Los Ángeles es una ciudad superficial donde puedes preocuparte sobre gilipolleces, como mantener tu piscina limpia o qué nueces artesanales pones en tu ensalada"
¿Son más humanos o más animales? El hecho de que su fisionomía humana empiece por debajo del cuello, de que piensen, hablen y lleven vidas mundanas nos podría hacer pensar que son simplemente humanos con cabezas de animales. Sin embargo, sus naturalezas están completamente fundidas: se comportan como humanos pero conservan su instinto animal y las costumbres típicas de su especie. Y este es el criterio que siguen en la serie para crear los personajes y el pacto de ficcionalidad establecido con el espectador.
Y así lo aceptamos porque vemos lógico que una oveja trabaje de jardinera, ya que puede podar la hierba y comer a la vez. O que una vaca camarera se mosquee si le pides un bistec. O que las palomas salgan volando si oyen un grito, que la oveja negra de la familia sea, literalmente, una oveja negra o que una foca sea un oficial con rango de los Navy Seals. Se trata de que, dentro de la bizarrada, haya un sentido, aunque a veces ni siquiera eso: en este mundo los gallos no hacen kikirikí, sino que pasan corriendo por el vecindario al grito de "¡Levantaos, es por la mañana!".
Para tratar de darle aún más realismo, en la serie no faltan los cameos, como la aparición de Beyoncé, Naomi Watts o Cate Blanchett buscando trabajo. Sin olvidar los rostros famosos que se esconden tras el doblaje. Paul Aaron vuelve a televisión con un personaje que tiene algo de Pinkman: acaba en la cárcel, se mete en líos con un cartel de drogas mexicano y, básicamente, se pasa el día tirado en el sofá vaciando la nevera de Bojack.
Y como telón de fondo, el star system televisivo hollywoodiense (y también del cine), al que se critica sin reparos en un ejercicio metatelevisivo sobre las comedias de situación, sus clichés y el cambio de paradigma en la ficción que ha hecho que no hayan soportado el paso del tiempo. Y ha convertido a sus estrellas en juguetes rotos y protagonistas de todo tipo de leyendas urbanas. La premisa de la serie es por tanto una contundente crítica a esa ramera que es la televisión, capaz de encumbrarte antes y de enterrarte después.
Desde la industria de la televisión, el periodismo sensacionalista, al que también se le da un buen varapalo con su parodia de informativos de la MSNBSea (como cualquiera de esas cadenas de información con mil siglas que abundan en la televisión americana, pero conducida por una ballena) o hasta la propia sociedad americana, a la que se pone en tela de juicio por su patriotismo, retratado como un sentimiento exacerbado y a veces incluso ridículo. En 'Bojack Horseman' no hay nada que no pueda decirse o verse. Es cruda y divertida. Y adulta.
Ficha Técnica: 'Bojack Horseman'
En ¡Vaya Tele! | Dibujos que nos fascinan